jueves, 24 de julio de 2008

Chau, Lima


Me voy de Lima sabiendo que la extrañaré mucho. Su caos, su informalidad, su sordidez, sus contradicciones. Ahora está más fea que nunca por la cantidad de calles que están siendo desarregladas. De por sí, mi Lima querida era una ciudad estresante. Ahora, ¡imagínense! ¡Comenzar la mañana batallando con el tráfico! No es el caos sino el desatino de nuestras autoridades. La mayoría de ellas, amoral y delincuente. Y esto ya no es un mal limeño sino un mal del Perú. Lo de Torres Caro y Espinoza no debe sorprender a nadie. Ya hemos visto como Montesinos y el Chino se lanzaban miradas compinches, coquetas y homosexuales en pleno careo (un poco más, besitos volados), lo cual no delata necesariamente una tendencia sexual nada despreciable, pero sí un cinismo y complicidad basada en el egocentrismo y en el hambre de poder del que mutuamente se nutrían. Aquí todo es una criollada, la ley del más pendejo. ¡Cuánto billete se estarán metiendo al bolsillo por el dizque mejoramiento de la ciudad por motivo de las cumbres! Con lo necesario que fue la apariencia de la ciudad en la cumbre pasada, en la que mantuvieron a los presidentes enjaulados en sus lujosos hoteles, mientras el resto se sentía marginado físicamente del mismo asunto protocolar que lleva a los políticos a tomarse fotos y a lanzarse aparatosas promesas. Con razón la Cumbre de los Pueblos. En fin, mucho que decir sobre Lima, no todo negativo por cierto. Así la dejo ahora, espero encontrarla mejor cuando vuelva. Me voy ahora con expectativas a USA, otro país en decadencia. Cualquiera que no me conoce diría que soy pesimista, pero no. Lo que digo es que eso pasa con el país, pero lo que es yo…yo voy con mucha esperanza…