domingo, 3 de marzo de 2013

Continúo escribiendo en primera persona por una necesidad sincera (y espero que no simplemente romántica) de construir una voz con la que me sienta cómoda. La tesis como género no ha podido exigirme más desde esta perspectiva.
Ahora que en Perú ha salido una noticia en un diario limeño muy importante sobre la posible crisis del modelo extractivista minero, no puedo dejar de estar sorprendida. Dicho diario, y en algún momento de la semana postearé la nota cuando pueda encontrarla completa, no sólo se ha caracterizado por hacer fufulla en contra de oponiones "anti-desarrollistas" por decir lo menos, sino que ha participado activamente en la criminalización de quienes defienden sus derechos frente a la invasión a sus tierras por parte de compañías mineras. Un tema que está que arde desde hace tiempo en el norte del país. La gente resiste y está cansada. La política es un tema ahora más que nunca.
Mi tesis es sobre la "agencia", viejo tema académico, tan manoseado desde varios frentes. Quisiera poder haber creído lo que  viejos amigos me decían insistentemente: no le pidas "peras al olmo" a los estudios literarios. "La literatura no sirve para nada", me dijo una vez un querido mío que decidió pelearse con todo su departamento para regresar al Perú sin haber terminado su doctorado. Es justo pensar eso cuando se ha creído ciegamente en el activismo de escritorio, cuando no debería ser solamente eso.
Quería empezar el post hablando sobre mi tesis, tal vez con la esperanza de que a medida que escribiera estas líneas podía decir algo realmente iluminador. Como nos insisten, tal vez ofrecer una "nueva mirada". Si pienso en la agencia a través de las representaciones escriturales y fílmicas, como canta el tema de mi tesis -al menos en mi propuesta-, ¿cómo ignorar el mundo social del que emergen estas representaciones? Éste a mi modo de ver es tan o más importante y el punto de partida para estas representaciones. Pero, de nuevo, otra vez, surge la pregunta académica, esa complicación constante...porque después de todo el mundo social no está exento de representaciones que forjan su constitución. Es una flecha en dos direcciones, y eso es más que conocido. Otra duda que tengo es como hablar del mundo indígena -que es mi propósito- ¿si no he hecho trabajo de campo? Me hace falta crear mis datos, mi propia etnografía, pero otra vez surge la pregunta, esta vez en forma de bias: ¿Es que no se puede hablar del mundo indígena sin acudir a la autoridad del científico social en manos del antropólogo? Parece una pregunta obvia o tal vez no.
Bueno, seguiremos informando para el que quiera enterarse.


lunes, 14 de enero de 2013

Conciencia Animal en México City...

Videíto grabado por Virulenta. Denunciar con creatividad, voz clara y que llegue...

un retrato pseudo-costumbrista del DF

Estoy aquí en el DF en el "winter break" de la escuela graduada, en donde me hallo hace ya más de cuatro años. Como dije en un post anterior, llegué a New Jersey por esas "cosas de la vida", que en mi caso es un eufemismo para decir que fue por "aquello" que me molestaba y que, en resumidas cuentas, era yo (ya siendo sinceros y dejándome de vaguedades). Pero ese es otro post, que no publicaría. 
El D.F es muy pintoresco (no en el sentido "foklórico" sino del clima soleado, de la amabilidad de su gente y la creatividad de sus jóvenes en las calles). Antes de venir, nos dijeron -a mi querida amiga rusa, con la que comparto el viaje, y a mí- que México era muy peligroso. Es super falso. La ciudad no sólo es limpia, sino que hay guardias en muchos lados y aun si no los hubiera, uno sabe que de noche todos los gatos son pardos y siempre hay que saber por donde andar. Me ofende que se tenga esa idea acerca de las ciudades latinoamericanas. Ese miedo yo lo asocio a que son sociedades habitadas por gente de color en su mayoría -"marrones", mestizos, indígenas o como quieran llamarlos usando esas categorías por las asumimos la identidad de la gente. Se asocia lo negro o lo "marrón" con lo peligroso, mientras que los barrios "blancos" aquí en el D.F es para la gente "nice", no "nacos", quienes tienen muy en claro lo que no son: esa "raza fea", de hombres chatos y oscuros, que no ostentan la belleza de los europeos. Y esa idea no me la estoy inventando. Nos lo dijo una chica hace poco cuando recorrimos Roma-Colonia, ese barrio "bohemio" que queda justo al lado de la zona Rosa, mayormente frecuentado por gays y lesbianas, esos "nacos" y "marrones", "pobres resentidos" como dirían nuestros amigos, los de "mejor categoría". 
México DF no parece ser machista. "No parece" lo digo muy conscientemente, porque si bien hay gays y lesbianas en las calles -no solo en la zona Rosa- de la mano y besándose eso no significa que las estructuras mentales machistas dejen de existir para todos. Ya hemos visto cómo en el metro los hombres nos miran y algunos nos sacan la lengua y la revuelven antojados por las calles (pero nada como mi querida Lima, por cierto). Eso sí, nada muy ofensivos. A pesar de lo conglomerado del metro, recomendaría igual usarlo, quien no lo hace creo -y lo siento por aquellos a quienes les toca este comentario-- que quiere estar en el "modo turista", sin realmente conocer el suelo que pisa porque le da "miedo". Separan a ciertos horas pico a hombres y mujeres/niños por vagones. Nosotras no hemos seguido la regla y nos da igual. 
Seguiremos posteando para mi beneficio y para quienes les interese. 

lunes, 15 de diciembre de 2008

Long long time ago...

Hace ya mucho tiempo que no escribía. Creo que desde que empezaron mis clases en mi nueva universidad. El semestre acaba de terminar para mí y, la verdad, es como si recién comenzara. Han sido semanas intensas. Mientras me zurraba en el cultural shock, en el fondo iba sintiendo una nostalgia, no sé de qué. No extrañaba tanto a mi familia ni a mis amigos, para mi fue como -no me odien por los lugares comunes- volver a comenzar (Café Tacuba tiene una bonita canción al respecto que, creo, me retrata desde la punta de mis pies hasta la última de mis orquillas). Y, como suele pasarme, esa cosa extraña se somatizó. Traduzco: no he podido dormir por mis propios medios desde que estoy aquí. El Trazodone se ha convertido en una presencia necesaria entre mis cajones. Además, de eso, he desarrollado una euforia que en Perú era timidez y miedo al mundo. "Ansiedad" me dijo mi psicólogo gringo aquí. Claro que él todo lo asociaba a mi divorcio y, no pes, no todo se puede reducir a eso.
Cambiar de estado civil se está convirtiendo en parte de mi identidad, por lo menos, ante los demás (como es, ¿no?). A veces me lamento de los gruesos errores que cometí y no puedo evitar preguntarme qué hubiera pasado de no cometerlos, así como tampoco puedo evitar, todavía, convertir los dólares en soles ("Si volviera a comenzar,
no tendría tiempo de reparar..." Tururu tururu). En unos días regreso a Lima, me dicen que está mejor. Ojalá. Yo también me siento mejor de lo que estaba cuando me fui.
Desde ya anunció cuál será mi siguiente post, no para generar expectativa, porque sé que probablemente casi nadie me lee y no me importa, sino por una cuestión de mera disciplina ("dulce tentación....de dejarlo todo"). Hablaré de mi experiencia con los chicos americanos, algo que en verdad es más que curioso, casi un proyecto antropológico que me he propuesto con mucho compromiso y dedicación.

sábado, 23 de agosto de 2008

Moving out


Ya casi estoy saliendo al apartamento en el que viviré, al menos, unos seis meses. Lo bueno de estar en una ciudad de USA es que siempre habrá migrantes, gente en constante movimiento, algunos llegando y otros ya regresando a su país o yendo a otro sitio. Cuando se vive en otro país, te provoca seguir viviendo la experiencia, pero ya en otro lugar. Yo no sé si regresaría a Perú luego de terminar los estudios, por ejemplo. Por un rato se me pasó por la cabeza la idea de vivir en México, tal vez por el gesto de ir al otro lado de la frontera, o porque es una ciudad muy parecida o más extrema que Lima, según me han contado. La cosa es que quisiera plantarme en un sitio donde mi carrera pueda trascender (en realidad, no sé si eso es posible tratándose de Literatura, ojalá si, de lo contrario me convertiré en una hippie o en una alcohólica, lo que venga primero).
Por estos días he estado yendo a moving sales de estudiantes que van de salida. Que venden a bajo precio muebles que compraron nuevos o que ya estaban usados. Cosas así rara vez se botan, o sea, desaparecen en el tacho de basura. La gente, como yo, aprovecha más bien y recoge de ahí escritorios o colchones. Me he vuelto uno de esos "gallinazos" o recicladores -como más sofisticadamente los llaman- que abundan en Lima. Por eso es que ya tengo un dresser y un colchón, que con mi bajo presupuesto no hubiera podido comprar en una de esas tiendas por departamento.

jueves, 21 de agosto de 2008

Persépolis



Estuve leyendo Persépolis, la edición completa, de Marjane Satrapi. Lo encontré en el apartamento en donde estoy viviendo hasta el sábado en que finalmente me mudaré con Meredith, mi nueva roommate (a un cuarto grande que me está costando 620 dólares el mes. ¡Así están las cosas en NJ!). Empecé el libro hace casi dos semanas, pero recién lo terminé hoy. He pasado mis días haciendo papeles, acercándome a las personas cautelosamente, como creo que será mi estilo en adelante, y ...bueno…la vez pasada fui a una disco, pero esa historia ya será para otro post. Cuando se es migrante –y no es que esto sea necesariamente una cruz para mí, o sea no quiero que parezca pose- uno tiene que obligarse a una rutina para no verse ensimismado en lo extraño que puede ser tener una vida en un país diferente. Es como empezar de nuevo. Aunque USA no es tan diferente de lo que imaginamos que es. O sea, mi rápida adaptación se la debo a las películas, a las marcas de ropa, a los fast food, en suma, al consumismo omnipresente también en una ciudad como Lima. Porque USA está abierto al mundo –aunque no al revés-- y la mayoría de las sociedades tercermundistas buscan parecérsele cuando se dejan convencer que la libertad es sinónimo de neoliberalismo. Al leer el libro de Satrapi uno podría caer en cuenta de su occidentalizado concepto de libertad, porque está en contra del extremismo venga de quien venga, y porque defiende el librepensamiento y el secularismo.
Pero en realidad es más complejo que eso. En el libro, la libertad tiene que ver con la duda, el constante cuestionamiento hacia la ideología estatal, hacia la irracionalidad de las costumbres impuestas, e,incluso, a la liberalidad de sus propios padres (aunque ellos, como suele pasar, siempre terminan teniendo la razón). O sea: ¿por qué las bombas, la represión, el velo en Irán? Pero también, ¿por qué la despreocupación del occidental, su falta de convicción, su discriminación? A lo largo del libro, su vida se cuenta a contrapunto de la vida pública de su país. En pleno crecimiento y por las ansias de hallarse a sí misma en medio del silencio y la prohibición, es que su familia decide dejarla ir a Europa. En las casi últimas 50 páginas, me di cuenta de que su intensa búsqueda no tiene que ver consigo misma, sino con la obligación moral de mantener vivo el legado político de su familia, lo cual se hace patente en Europa. Allí, la joven Marjane se da cuenta de su condición de paria, por su origen iraní, por el hecho de estar sola y de haber sido humillada en lo privado. Canalizar su natural rebeldía en algo provechoso, que no traicione las raíces que debía mantener con su país para no olvidarse quién es (nótese cómo el tema de la identidad cobra fuerza en contextos de violencia), la hace regresar y salir definitivamente otra vez, pero ya redimida, segura, sabiendo que, aunque su país es su casa, no puede seguir viviendo en Irán por ser una sociedad que la aliena. Libertad, aquí, termina siendo despegarse de lo que más se quiere, es decir, de la nación o, mejor dicho, de su familia que nunca migró, que pese a su disidencia ideológica mantuvo la esperanza del cambio. Pese a la partida, queda la memoria que nunca podrá alejarse de la historia de violencia. El producto de esta es una mezcla de una escritura sentida, que parece no guardarse nada, y de un modo de arte masivo como la historieta. “One can forgive but one should never forget” es lo que dice la autora en el Prólogo.

lunes, 11 de agosto de 2008

Under Preassure

Este es el título de una de mis canciones favoritas de toda la vida. Acabo de escucharla en mi laptop para ponerme a escribir después de días. A mí no me gusta cómo canta Bowie. Para mí, es una voz árida, de garganta seca, pero que no deja de tener fuerza cuando quiere, como en esta canción. Lástima que no haya video, que no se haya registrado una performance de ellos juntos. Me imagino cómo serían los movimientos pélvicos de Mercury, con el alma de drag, frente a un Bowie, con un baile duro pero con gesto sonriente, alienado en su papel de Duke. Los dos cantando acerca del descentramiento, de no poder estar bajo presión, o de mejor dicho, poder estarlo siempre porque es así que se vive.
Sigo homeless en New Jersey, la tierra de Bon Jovi. Sigo buscando apartamento para vivir con un futuro compañero del departamento de Español. No he tenido suerte. No me he podido imaginar ninguno de los lugares que he visitado como un futuro hogar. O están demasiado sucios, o quedan muy lejos del centro, o son muy caros. Sobre todo por esto último creo que me convertiré en la roommate de alguien y me resignaré a, por ahora, no tener un sitio propio. Ser extranjera, tragarse las conversaciones freaks de la gente en los paraderos, pensar en otra lengua, y sentir flojera de construir lazos nuevos, un hogar nuevo, eso es parte de estar under preassure ahora aquí, en la aburrida y soleada en jey.