sábado, 23 de agosto de 2008

Moving out


Ya casi estoy saliendo al apartamento en el que viviré, al menos, unos seis meses. Lo bueno de estar en una ciudad de USA es que siempre habrá migrantes, gente en constante movimiento, algunos llegando y otros ya regresando a su país o yendo a otro sitio. Cuando se vive en otro país, te provoca seguir viviendo la experiencia, pero ya en otro lugar. Yo no sé si regresaría a Perú luego de terminar los estudios, por ejemplo. Por un rato se me pasó por la cabeza la idea de vivir en México, tal vez por el gesto de ir al otro lado de la frontera, o porque es una ciudad muy parecida o más extrema que Lima, según me han contado. La cosa es que quisiera plantarme en un sitio donde mi carrera pueda trascender (en realidad, no sé si eso es posible tratándose de Literatura, ojalá si, de lo contrario me convertiré en una hippie o en una alcohólica, lo que venga primero).
Por estos días he estado yendo a moving sales de estudiantes que van de salida. Que venden a bajo precio muebles que compraron nuevos o que ya estaban usados. Cosas así rara vez se botan, o sea, desaparecen en el tacho de basura. La gente, como yo, aprovecha más bien y recoge de ahí escritorios o colchones. Me he vuelto uno de esos "gallinazos" o recicladores -como más sofisticadamente los llaman- que abundan en Lima. Por eso es que ya tengo un dresser y un colchón, que con mi bajo presupuesto no hubiera podido comprar en una de esas tiendas por departamento.

jueves, 21 de agosto de 2008

Persépolis



Estuve leyendo Persépolis, la edición completa, de Marjane Satrapi. Lo encontré en el apartamento en donde estoy viviendo hasta el sábado en que finalmente me mudaré con Meredith, mi nueva roommate (a un cuarto grande que me está costando 620 dólares el mes. ¡Así están las cosas en NJ!). Empecé el libro hace casi dos semanas, pero recién lo terminé hoy. He pasado mis días haciendo papeles, acercándome a las personas cautelosamente, como creo que será mi estilo en adelante, y ...bueno…la vez pasada fui a una disco, pero esa historia ya será para otro post. Cuando se es migrante –y no es que esto sea necesariamente una cruz para mí, o sea no quiero que parezca pose- uno tiene que obligarse a una rutina para no verse ensimismado en lo extraño que puede ser tener una vida en un país diferente. Es como empezar de nuevo. Aunque USA no es tan diferente de lo que imaginamos que es. O sea, mi rápida adaptación se la debo a las películas, a las marcas de ropa, a los fast food, en suma, al consumismo omnipresente también en una ciudad como Lima. Porque USA está abierto al mundo –aunque no al revés-- y la mayoría de las sociedades tercermundistas buscan parecérsele cuando se dejan convencer que la libertad es sinónimo de neoliberalismo. Al leer el libro de Satrapi uno podría caer en cuenta de su occidentalizado concepto de libertad, porque está en contra del extremismo venga de quien venga, y porque defiende el librepensamiento y el secularismo.
Pero en realidad es más complejo que eso. En el libro, la libertad tiene que ver con la duda, el constante cuestionamiento hacia la ideología estatal, hacia la irracionalidad de las costumbres impuestas, e,incluso, a la liberalidad de sus propios padres (aunque ellos, como suele pasar, siempre terminan teniendo la razón). O sea: ¿por qué las bombas, la represión, el velo en Irán? Pero también, ¿por qué la despreocupación del occidental, su falta de convicción, su discriminación? A lo largo del libro, su vida se cuenta a contrapunto de la vida pública de su país. En pleno crecimiento y por las ansias de hallarse a sí misma en medio del silencio y la prohibición, es que su familia decide dejarla ir a Europa. En las casi últimas 50 páginas, me di cuenta de que su intensa búsqueda no tiene que ver consigo misma, sino con la obligación moral de mantener vivo el legado político de su familia, lo cual se hace patente en Europa. Allí, la joven Marjane se da cuenta de su condición de paria, por su origen iraní, por el hecho de estar sola y de haber sido humillada en lo privado. Canalizar su natural rebeldía en algo provechoso, que no traicione las raíces que debía mantener con su país para no olvidarse quién es (nótese cómo el tema de la identidad cobra fuerza en contextos de violencia), la hace regresar y salir definitivamente otra vez, pero ya redimida, segura, sabiendo que, aunque su país es su casa, no puede seguir viviendo en Irán por ser una sociedad que la aliena. Libertad, aquí, termina siendo despegarse de lo que más se quiere, es decir, de la nación o, mejor dicho, de su familia que nunca migró, que pese a su disidencia ideológica mantuvo la esperanza del cambio. Pese a la partida, queda la memoria que nunca podrá alejarse de la historia de violencia. El producto de esta es una mezcla de una escritura sentida, que parece no guardarse nada, y de un modo de arte masivo como la historieta. “One can forgive but one should never forget” es lo que dice la autora en el Prólogo.

lunes, 11 de agosto de 2008

Under Preassure

Este es el título de una de mis canciones favoritas de toda la vida. Acabo de escucharla en mi laptop para ponerme a escribir después de días. A mí no me gusta cómo canta Bowie. Para mí, es una voz árida, de garganta seca, pero que no deja de tener fuerza cuando quiere, como en esta canción. Lástima que no haya video, que no se haya registrado una performance de ellos juntos. Me imagino cómo serían los movimientos pélvicos de Mercury, con el alma de drag, frente a un Bowie, con un baile duro pero con gesto sonriente, alienado en su papel de Duke. Los dos cantando acerca del descentramiento, de no poder estar bajo presión, o de mejor dicho, poder estarlo siempre porque es así que se vive.
Sigo homeless en New Jersey, la tierra de Bon Jovi. Sigo buscando apartamento para vivir con un futuro compañero del departamento de Español. No he tenido suerte. No me he podido imaginar ninguno de los lugares que he visitado como un futuro hogar. O están demasiado sucios, o quedan muy lejos del centro, o son muy caros. Sobre todo por esto último creo que me convertiré en la roommate de alguien y me resignaré a, por ahora, no tener un sitio propio. Ser extranjera, tragarse las conversaciones freaks de la gente en los paraderos, pensar en otra lengua, y sentir flojera de construir lazos nuevos, un hogar nuevo, eso es parte de estar under preassure ahora aquí, en la aburrida y soleada en jey.

domingo, 3 de agosto de 2008

Educational shock


egresando a la escritura de este blogg, les cuento que ya estoy en New Jersey, un estado, que como creo que pasa con la mayoría de ellos en Gringolandia, está invadido por los migrantes. El campus de la Universidad de Rutgers es enorme. Como pude también ver en el caso de la Universidad de Pittsburgh cuando estuve ahí el año pasado, las universidades gringas tienden a estar integradas a las ciudades. En Rutgers, hay cuatro enormes campus. Los buses son gratuitos, y para usarlo no se necesita mostrar el carnet de estudiante (que tendré recién una semana antes de que empiecen las clases, mientras tanto carezco de una identidad definida, jaja). Hay muchas áreas verdes. Eso y el sistema educativo aquí es lo que ha producido, en mi caso, el famoso cultural shock, que más bien sería educational shock. Pese a la distancia, uno no necesita ir a la biblioteca de otro campus para sacar libros -si fuera el caso- ya que ellos te ahorran el viaje y los colocan a tu disposición en la biblioteca más cercana, la que tú quieras. Y si no tienen el libro que buscas, entonces lo piden a otras bibliotecas del Estado. Muchas cosas en contra de los gringos, en contra de su sistema a gran escala, pero el educacional es otra cosa, tiene grandes recursos de los que, como buena sudaca, sacaré ventaja.
Creo que vine aquí para ganar independencia (lejos del cuidado familiar) y tener la experiencia de vivir en otro país. En el sentido práctico, conseguir independencia se ha vuelto sinónimo de rentar un apartamento y pagar impuestos. Cuando uno hace esto por su cuenta siente que puede acomodarse a cualquier situación.